Desde hace poco tiempo, los fabricantes de monitores han decidido evolucionar el formato de las pantallas aportando nuevas relaciones de aspecto a las que no estamos acostumbrados como por ejemplo el caso de las pantallas ultrawide. Hace más de una década era casi exclusividad ver pantallas y TV en formato 4:3 y, a partir del siglo XXI, empezaron a verse los primeros pasos en las llamadas pantallas “panorámicas” (Wide) con relaciones de aspecto entorno a los 16:9 y 16:10.
Pero por alguna razón, con la mejora de la resolución de las pantallas, a algunos fabricantes se le ocurrió intentar ir un paso más allá y ofrecer un campo de visión aún más alargado horizontalmente, con las llamadas pantallas ultrawide (“ultrapanorámicas”).
Es por ello, que muchos usuarios a día de hoy se están planteando si merece la pena dar el paso y comprar una pantalla de estas características, o si por el contrario, puede que solo merezca la pena simplemente conectar dos pantallas en horizontal, sería una mejor opción.
¿Qué ventajas aportan las pantallas ultrawide?
En gran medida, muchos sabrán la ventaja de incorporar dos pantallas en horizontal, pero dada la novedad que suponen este tipo de pantallas ultrawide, cabe mencionar una serie de aspectos que podrían hacer que los usuarios se decanten por ellas.
Productividad y temas laborales
En primer lugar vamos a observar las ventajas que las pantallas ultrawide aportan a nivel laboral. La principal diferencia que se aprecia de manera instantánea, es que el escritorio es único y sin dividir, lo que aporta la ventaja visual obvia, de no perder el cursor del ratón durante unas décimas de segundo cuando pasamos de una pantalla a otra. Si trabajamos con dos pantallas con borde fino (una pegada a la otra con exactitud) esto apenas se notará. Pero cuando tenemos dos pantallas diferentes, sin borde fino, y no colocadas exactamente lado a lado, esto sí se nota significativamente. Y precisamente esta configuración suele ser la más habitual cuando vemos a las personas que trabajan con dos monitores.
Es cierto que es una tendencia acabar acostumbrándose a cualquier configuración de dos monitores (incluso cuando uno es más grande que el otro), y que el tamaño total comparativamente al precio, suele ser algo inferior (dado que es muchísimo más barato a día de hoy, comprar dos monitores de 16:9 que un monitor de 32:9).
En cambio existen monitores de 21:9 a un precio razonable, que aportan un 30% extra de espacio de visionado sin tener que sacrificar mucho espacio en la mesa, como ocurre cuando plantamos dos monitores de 16:9. Es por ello que dependiendo del tamaño de la mesa, tendremos que valorar cuál de las dos opciones es mejor.
Existe otro aspecto fundamental a la hora de decantarse, y es la capacidad de separar los procesos en pantallas que ofrece el sistema operativo. Existen programas que permiten “emular” este comportamiento para pantallas ultrawide (crean un espacio de separación virtual como si tuviéramos dos pantallas), como es el caso de SplitView y nVidia Grids. Pero la comodidad de contar con dos pantallas sin hacer nada especial para tener dos programas maximizados en cada una de ellas por separado, no lo da una pantalla ultrawide.
Por ello hay que decir que, a nivel laboral, siempre que el espacio lo permita, dos pantallas iguales, con un borde reducido, es siempre mejor opción.
Ocio y multimedia
En este aspecto, es muy difícil destacar a las pantallas ultrawide dado que existe un problema muy común: Existen muy pocos contenidos que aprovechen el tamaño ultrapanorámico de estas pantallas. En los últimos años, ya se han adaptado gran cantidad de contenidos al formato 21:9 en 4K y esto implica, que si disfrutamos de un gran monitor o TV que incorpore estas dos tecnologías, disfrutaremos de una calidad de visionado insuperable. En cambio en las versiones por encima de 21:9 no existen muchos contenidos.
Una de las ventajas obvias de disponer pantalla ultrawide, en comparación a dos pantallas, es que en la mayoría de los centros multimedia no permiten desplegar la imagen, por tanto será inútil disponer de una segunda pantalla en estos casos.
Videojuegos
Finalmente toca mencionar el apartado que posiblemente más saque provecho de las pantallas ultrawide: los videojuegos.
En este último año, las empresas desarrolladoras se han puesto las pilas y han empezado a sacar títulos adaptados a relaciones de aspecto extremadamente amplias sin pérdida alguna de calidad. Poder combinar una pantalla 32:9 con calidad 4K podría ser considerado un lujo en la actualidad. Hay que tener en cuenta que esta combinación consume una cantidad de recursos gráficos extremadamente alta, y es necesario disponer de una tarjeta gráfica de última generación para que el videojuego funcione correctamente.
En este caso la ventaja de usar las pantallas ultrawide comparado a jugar con dos monitores es muy obvia: en muchos videojuegos es prácticamente imposible jugar con el monitor partido por la mitad por cuestión de jugabilidad; y en otros casos, con una pantalla ultrawide, tenemos acceso a mayor campo de visión, por lo tanto tendremos una ventaja competitiva al resto de los jugadores en el ámbito del multijugador online.